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La Novia Equivocada Novela de Day Torres

CAPÍTULO 121
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CORAZONES ATADOS. CAPÍTULO 8. ¿Me harías el honor…?

James hizo lo normal, huir cuando vio a su madre corretearlo con aquel sartén, hasta que se dio

cuenta de que ya no tenía quince años ni había hecho nada malo como para estar escapando de su

madre.

—¡Para, para, mamá! Que yo no soy el tío Rex ni te tengo miedo…

El sartenazo le dijo que probablemente se equivocaba al no tenerle miedo a su madre y de paso lo

dejó aturdido. Lo que siguió fue un halón literal de oreja con que Meli lo arrastró hasta la casita de

huéspedes, donde no había nadie y podía gritarle a gusto.

-¡Eres un animal! -le gruñó furiosa. ¿¡Cómo se te ocurre quitarle su bebé a esa muchacha!?

-¿Y quién dijo que se lo estoy quitando? ¡Solo lo quiero adoptar!

-¡James! No te hagas el idiota…

¡No lo estoy haciendo, mamá, cálmate! -exclamó él. Ella no puede cuidarlo, yo no puedo tener hijos.

Es la situación perfecta, porque yo lo quiero…

-¡Pero ella no quiere dártelo, James! -le espetó su madre. ¡Esa niña está en la peor situación posible y

tú te estás aprovechando de eso!

James retrocedió apretando los labios.

-¿Cómo puedes decir eso, mamá? Solo estoy tratando de ayudarla. Maddi no puede cuidar del bebé…

Así son las adopciones ¿no? Gente que no puede cuidar de sus hijos, y gente que no puede

tenerlos… 1

-¡Pero eso no significa que no lo quiera, James! ¿No te das cuenta de lo que está sufriendo esa niña?

-replicó Meli-. Tú puedes darle una vida mejor a ese bebé, pero vas a destrozarla a ella en el camino

¿eso es lo que quieres?

¡Pero claro que no! ¡Maddi es la mujer más valiente y linda del mundo! ¡Por supuesto que no quiero

hacerle daño! -gruñó mesándose el cabello con desesperación.

Meli soltó el sartén y agarró sus manos.

-Hijo, escúchame, por favor, y trata de entender. Sé que es muy doloroso para ti no poder tener bebés,

pero piensa en ella por un momento le suplicó. James, cuando yo fui a tenerte, tenía doscientos

millones de dólares para respaldar tu crianza, tenía a Rex y a los abuelos Lanning… y aun así estaba

deprimida y desesperada. Hijo, si yo no hubiera tenido toda esa ayuda, si yo hubiera tenido que

entregarte, eso me hubiera matado de dolor.

-Mamá…

-Y eso es exactamente lo que ella va a sentir. Esa niña que dices que es la más valiente y linda del

mundo, la vas a matar en el momento en que le quites a su hijo de los brazos -le aseguró Meli y los

ojos de James se humedecieron mientras maldecía por lo bajo.

¡Joder! ¿Y qué se supone que haga…? ¡No tengo otra forma de tener un hijo si no es adoptando…!

¿Cuál es la alternativa? 1

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-Pues honestamente, tú eres la prueba viva de la mejor de ellas escucharon una voz ronca a su

espalda y se giraron para ver a Rex apoyado en el marco de la puerta-. En todo el mundo nacen

bebés de padres divorciados que conviven con los dos. ¿Quieres una alternativa?, ¡solo

mírate! Tú eres el ejemplo de que un bebé puede ser criado por dos buenos amigos. Yo estuve en tu

nacimiento, te crie junto con tu mamá hasta que tuviste casi un año, me dijiste “papá” primero a mí que

a Nathan.

Rex frunció el ceño, no recordaba nada de eso por supuesto pero se sabía muy bien la historia

familiar.

-¿Quieres decir… que podría criarlo con Maddi? -murmuró James.

-Pues la verdad es que si Nathan no hubiera regresado tú hubieras sido mi hijo toda la vida respondió

Rex-. Si de verdad te importa ese bebé, súmale un padre, no le restes una madre. <

James pasó saliva mientras reflexionaba sobre aquellas palabras.

-Voy a pensarlo —murmuró y se giró para mirar a Meli—. Si yo pudiera estar allí para criarlo junto con

Maddi… no es que se lo quiera quitar es solo que… de verdad lo quiero.

La mujer suspiró y levantó una mano para acariciarle la mejilla.

Entonces piénsalo bien, mi vida, porque levantar tu felicidad sobre el dolor de otros es algo que

eventualmente se volverá en tu contra.

James asintió y cerró los ojos, era una decisión difícil, pero parecía que de esas abundaban muchas

últimamente.

Compartió con su familia el resto del fin de semana sin mencionar una sola palabra sobre el tema. Se

dio cuenta de que Maddi se llevaba bien con todos, era una chica sencilla, amable y dulce, y le

bastaban dos segundos para hacerse querer.

James no podía dejar de pensar en lo que su madre le había dicho. Sabía que para Maddi había sido

increíblemente duro tomar la decisión de entregarle al bebé en adopción, pero cada vez que la miraba

se daba cuenta de que él tampoco tendría corazón para hacerla llorar. Ella era una buena persona, no

se merecía la desesperación de tener que alejarse después de entregarle su bebé a nadie, ni siquiera

a él.

-¡Hey! ¿Estás dormida?

Maddi escuchó la voz de James y se sobresaltó.

-¡Aquí! -dijo él y ella abrió el cristal de su ventana para verlo colgado de la baranda del balcón.

-¿Qué haces ahí? -lo increpó la muchacha-. ¿Por qué no entraste por la puerta como la gente

normal?

-Es que pensé que por aquí sería más dramático.

– Dramático hubiera sido si el balcón no estuviera a un metro y medio del suelo -se burló ella. -Ya sé,

la casa es muy rara, está como alzada.

exclamó ella poniéndole los ojos en blanco-. Y amarra el caballo

¡Ya entra, James! no sea que se te vaya.

-Tú ríete, pero de niño tuve un poni -replicó él.

Saltó la baranda del balcón y le mostró lo que llevaba en las manos.

-¡Uy, uy, uy! Helado de menta. ¿Te he dicho que eres el mejor? -sonrió Maddi acomodándose en la

cama con su helado y su cuchara.

por

ahí

-Yo también quiero.

-¡Antojado! -protestó ella metiéndole una cucharada de helado en la boca.

-Oye, Maddi, ¿la estás pasando bien? Digo, ¿te gusta mi familia? -preguntó él de repente.

Maddi suspiró con una sonrisa llena de nostalgia.

-Eres muy afortunado. Tienes una familia grande y hermosa. Por supuesto que la estoy pasando bien

con ellos.

Bueno, pensé que a lo mejor te gustaría volverlos a ver —dijo él.

-Sí, claro… supongo que volverán a reunirse varias veces antes de que nazca el bebé murmuró

Maddi-. Creo que sí podré verlos algunas veces más.

-¿Y después de que nazca el bebé?

Maddi se quedó muda y James vio que la barbilla le temblaba por un momento mientras desviaba la

mirada.

-¿Después…? Bueno… eso dependerá de ti, ¿no? De si me vas a permitir… verlo… creo.

James tenía ganas de ir a la cocina y golpearse él mismo con la sartén. s

-No hemos hablado de eso – murmuró-. De si queremos una adopción abierta o cerrada, o de cómo

serán las cosas después de que el bebé nazca.

Maddi sintió que el corazón se le encogía solo de imaginarlo. Si empezaban a hablar de eso se

echaría a llorar allí mismo y no quería hacerlo delante de James.

-¿Tenemos que hablar de eso ahora? -preguntó con la vista clavada en el bote de helado. ¿ No puede

ser después… por favor?

James respiró hondo y asintió.

-Claro, podemos hablarlo cuando regresemos a Inglaterra -accedió por fin y se inclinó para darle un

beso en la frente-. Descansa, Maddi.

Salió esta vez por la puerta principal, y si se hubiera tardado dos segundos más en largarse, habría

escuchado cómo ella se deshacía en sollozos. Pero al final si miraba alrededor, también podía ver la

hermosa familia llena de amor que tendría su bebé al llegar al mundo.

El día siguiente fue la celebración por la graduación de Naiah, la hermana menor de James, y todos se

divirtieron mucho, aunque él se pasó más de tres horas encerrado solo en el despacho.

-¿Pasa algo? -le preguntó Maddi a Nathan.

-No, solo algunos pendientes de la empresa en Inglaterra, seguro que nada serio.

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Y no pareció serlo porque Maddi lo vio salir del despacho más animado que nunca. Al día siguiente

volvieron a Inglaterra, y aquella conversación sobre el bebé parecía inminente así que ella decidió salir

de aquella tortura de una vez por todas. Sin embargo apenas habían desempacado cuando James se

asomó a la puerta de su habitación.

Maddi, necesitamos salir un momento, hay un lugar al que quiero llevarte le dijo y la muchacha

aceptó.

Poco después recorrían un hermoso barrio en las afueras de la ciudad y James detuvo el coche frente

a una villa blanca y luminosa. Tomó la mano de Maddi y la guio dentro.

-¿Te gusta?

La casa era preciosa, amplia, y se veía acogedora, con amplios ventanales por los que entraba el sol

en las mañanas. Las habitaciones eran inmensas, ventiladas, con grandes balcones y cortinas.

Caminaron hacia la parte trasera y encontraron un patio gigantesco con una fuente de piedra y

columpios..

Obviamente todavía hay que hacer las remodelaciones que nos gusten, pero para eso quería

consultarte – le explicó James.

Maddi arrugó el ceño sin comprender, y por toda respuesta Rex tiró de su mano y la llevó al segundo

piso. 7

OK, me gustaría que esta fuera la habitación del bebé -dijo abriendo una puerta de mamparas dobles

y mostrándole el hermoso espacio para poner cunas y juguetes-. De este lado estaría mi habitación -

siguió abriendo la puerta de la izquierda y luego cruzó al otro lado

y de este estaría la tuya. Así los dos podemos estar pendientes del bebé cuando empiece a chillar…

-James…

-¿O deberíamos poner una cama aquí por si no aguantamos llegar a las nuestras…?

¡James! —lo llamó ella con un nudo en la garganta. ¿Qué quieres decir… qué es esto? ¿

que mi habitación?

Cómo… cómo

James se acercó a ella y se sacó del bolsillo un documento que puso en sus manos. A Maddi le

temblaron las suyas cuando lo tomó, y lo leyó sin poder creer lo que veía.

-¿Qué…? ¿Qué es esto, James?

-Son las escrituras de esta casa, Maddi. La compré para ti, para ustedes, así que está todo a tu

nombre. No quiero que sientas que debes darme a tu bebé porque no tienes más opción, esta es tu

opción: Pero me gustaría que consideres, si es posible… que me dejes quedarme también.

Los labios de Maddi temblaban mientras le subían las lágrimas a los ojos.

-¿Qué… qué quieres decir…?

Quiero decir que tu bebé jamás podrá tener a una mejor mamá que tú, pero si no tienes un papá para

él, de todo corazón me gustaría ser yo, Maddi, me gustaría poder criarlo contigo, criarlo juntos aunque

seamos una familia rara. -James se arrodilló frente a ella y la muchacha se cubrió la boca con las

manos mientras lo veía sacarse del bolsillo un zapatito en miniatura –. Maddi, ¿me harías el increíble

honor de dejarme ser el papá de tu bebé?