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La Novia Equivocada Novela de Day Torres

Capítulo 103
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JUEGOS DE SEDUCCIÓN. CAPÍTULO 21. Un tiburón, un príncipe azul y un lobo feroz

Rex no dejaba de mirar la cajita con los aretes, en la proa del barco todo estaba preparado, las flores,

las mesas, la champaña. Will se veía orondo y listo para casarse, y cuando Rex atravesó la puerta del

camarote de Sophi, el pedacito de corazón que todavía tenía se le cayó a los pies.

La muchacha estaba de pie cerca de la ventana, mirando al mar con gesto pensativo. Llevaba un

vestido de novia que la hacía parecer una princesa de cuentos de hadas.

Era un vestido sencillo, sin tirantes, hecho de seda y adornos de color plateado. El corpiño era de

encaje y satén y la falda fluía libremente. Un pequeno velo caía sobre sus hombros, sujeto por una

pinza de perlas.

Sophi sonreía con un poco de tristeza. La simple seda se sentia bien contra su piel. La dejaba respirar,

no la hacía sentir como una jaula como otras. El aroma de lavanda y orquídeas llenaba el ambiente,

hasta que se mezcló con el tenue aroma del almizcle en el perfume de Rex y ella giró la cabeza.

Se quedaron mirándose por un segundo mientras él sentía aquel nudo en la garganta Arnaba a

aquella mujer, no había forma de negarlo. Se llamara como se llamara, fuera quien fuera, la amaba

más allá de todo pensamiento racional así que para que seguir pensando,

Cruzó la habitación en dos zancadas y Sophi temblo cuando la levantó en sus brazos para besarla. 2

Sus labios se fundieron en un beso desesperado, y Rex la acercó aún más, perdiéndose en aquella

sensación de poseer su boca. La sintió forcejear con él por liberarse pero la apretó con fuerza,

inmovilizándola.

– No lo hagas… -susurró con voz seductora.

-¡Suéltame, Rex! -No te resistas… en el fondo sabes que no quieres-murmuró él contra sus labios,

– Déjame…

—Abre la boca, Sophi – demandó con suavidad – Abrela.

Apretó sus nalgas y el jadeo de impresión separó los labios de Sophi lo suficiente como para que él los

invadiera. La besó con pasión, con fuerza, con anoranza.

La tela del vestido era fria al tacto, pero la sensación del cuerpo de Sophi bajo ella, su piel, sus curvas,

el calor y el peso de su cuerpo era la sensación física más deliciosa que Rex había sentido nunca.

Sus pechos se rozaban con la dureza de su tórax, y su erección se clavaba en la sedosa carne de sus

muslos. Era un hombre grande y fuerte, y Sophi se sentia impotente contra él mientras le acariciaba la

garganta con su lengua. Luego sus labios se movieron hacia su oreja y ella gimió de sorpresa cuando

la mordió.

-Lo ves? – susurró Rex contra su piel -. No quieres que me detenga. –Pero vas a hacerlo -respondió

ella. Siempre lo haces, siempre te detienes, siempre te vas…

– No esta vez, Sophi–replicó él con voz seductora.

La sensación del cuerpo de Rex contra el suyo era exquisita. Sophi gimió cuando sentió sus caricias

por todo su cuerpo, explorando cada rincón de su piel hasta que finalmente sus dedos se cerraron en

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un puño sobre el cabello de su nuca y la dominó completamente con aquel beso.

Se separaron un minuto después, tomando aire, jadeando, ardiendo de deseo el uno por el otro,

-No te vas a casar-sentenció él y Sophi salió de sus brazos.

-¡No me digas! -siseo-. El rey lo ordena y yo no me caso. ¡Claro que sí!

– Qué bueno que nos entendemos

sonrió Rex.

-¡Era sarcasmo, idiota! -gruñó Sophia furiosa- ¿Quieres decirme que vas a venir, decirme que no me

case, y yo simplemente no me casaré? –Eso, no te casarás – dijo Rex con seguridad y Sophi apretó

los puños.

– ¿Y eso por qué?

-¡Porque tú eres mía, Sophi, no puedes casarte con nadie más porque eres mia! -dijo acercándose a

ella y tratando de besarla de nuevo pero Sophi lo detuvo.

-¡A menudas horas viniste a darte cuenta! -gruñó ella- ¡Estoy a media hora de casarme, Rex!

– ¡Pero no te has casado, y en media hora pueden pasar muchas cosas! -la amenazó Rex.

–¡Sí, pues ve pensando en tirarme por la borda, y consiguiendo un tiburón para que me coma, porque

eso es lo único que va a impedir que yo me case con Will en un rato! — ladró ella y señaló la puerta

del camarote con una mano-. ¡Vete!

Rex achico los ojos y una sonrisa malévola se dibujó en su cara. -Copiado! -dijo y salió apresurado.

Sophi apretó los puños y su cuerpo se sacudió de rabia mientras pateaba.

– Aaaaaaaaggggggrrrr! ¡Imbécil! Se dice “te amo, Sophi, no te cases porque te amo”! i Estúpido tarado

engreido, yo no soy de nadie…! 2

Respiró pesadamente tratando de calmarse. Mientras, Rex corría por medio barco buscando a

Nathan.

-¡Tú eres mi mejor amigo en el mundo, ¿verdad?! – le preguntó cuando llegó jadeando a su lado.

–Creí que esa era Meli -respondió Nathan mirándolo de arriba abajo. –Esa también pero es demasiado

peligrosa y necesito ayuda.

Nathan se cruzó de brazos.

–¿Qué pasa?

-¡Tengo una emergencia en tierra, necesito las llaves de la lanchita de rescate! -dijo Rex apurado y

Nathan sacó su cara de ouro.

— En serio te vas a perder la boda de Sophii?!

-¡Por favor, Nathan! ¡Es una emergencia muy… emergente! ¡Es de vida o muerte!

-¿Quién se muere?

-¡Yo! ¡Yo me muero si no me consigues las llaves de la punetera lancha! ¡Ayúdame! ¡Eres mi mejor

amigo! -exclamó Rex-.¡He criado a tus hijos, me la debes!

“Y ahora me quiero llevar a una… pero igual”

Nathan protestó tres veces antes de subir al puente y convencer al capitán de que le diera las llaves

de la lancha rápida que iba siendo arrastrada por el barco. Mientras, Rex buscaba desesperado por

todos los cajones del cuarto de máquinas hasta encontrar lo que necesitaba y finalmente levantó una

mano triunfante en la que brillaba un rollo de cinta adhesiva plateada.

Se encontró con Nathan en la escalera del segundo piso, recogió las llaves de la lancha y le dio un

abrazo.

-Joder, Rex! ¿Estás bien?-murmuró Nathan.

-Sí, es solo que te voy a extrañar mucho! ¡Te quiero, amigo! -exclamó antes de irse.

— Hay que ver que este si es un atrofiado sentimental. ¡A mísí me lo dice! —suspiró Nathan y se fue a

buscar a Meli.1

Medio minuto después Rex derrapaba frente a la puerta del camarote de Sophia y volvía a entrar.

-¡Espera no grites, no grites! Por favor, nena, escúchame, tengo algo importante que decirte, solo

escúchame una vez… solo una vez… cierra la boquita… ¡eso!

Sophi abrió mucho los ojos cuando Rex le pegó un trozo de cinta sobre la boca y le sujetó las manos.

– PJJJJJMMM JMJM JJJJMMM MMMJJJJ MJMJJJJJMMM!

-¿Ves? Por eso la boca primero -se rio Rex mientras le envolvía las manos en cinta adhesiva y la

sentaba en la cama para envolverle los tobillos bajo el vestido-.¿Me dijiste que te echiara por la borda,

verdad? ¡Pues concedido! ¿Quieres un tiburón? ¡Concedido también! ¡No tienes ni idea de cuánto

puedo morder! 1.

En cuanto la tuvo atada se la echó al hombro como un pequeño costal de… pastel encaje y vuelos, y

miró a todos lados antes de salir del camarote. Caminó con paso firme hacia la popa y bajó hasta la

lancha rápida. Puso a Sophi en el suelo en una esquina de ella y desató el barquito mientras

escuchaba a Sophia ahogar dos mil protestas y maldiciones contra la cinta que le cubria la boca.

Diez segundos después Rex aceleraba y la lancha se alejaba del bote en dirección a tierra.

– Lo siento000000000000000! —gritó Rex cuando vio a la mitad de la familia aglomerarse en el

puente de popa.

— Te voy a mataaaaaaaaaaarrrrr! – le grito Nathan y luego sonrió hacia su mujer-.¿Cómo me quedo?

–Lelalta contundencia. Escuchia esto –respondió Meli tronándose los dedos como un boxeador-: iTe

voy a castraaaaaaaaaar, Reeeeeex!

Todo lo que les respondió fue el rugido del motor de la lancha mientras se alejaba al atardecer.

-Joder, qué drama! -se rio James, que a sus diecisiete años no entendía por qué tanto alboroto.

-¡No maldigas antes de los dieciocho, James! – lo regañó su madre. -¡Y no embaraces a ninguna chica

antes de los veinticinco! -advirtió su padre.

-Oigan oigan, el tío Rex se acaba de robar a mi hermana antes de la boda, delante de su prometido! –

El chico abrió los ojos con expresividad y señaló a Will, pero este solo sonreía mientras se bebía una

copa de champaña– ¿A nadie le parece raro? 3

Todos se miraron.

–¡No! -dijeron al unísono.?!

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-Bueno, como novio plantado en el altar yo propongo: vamos a quitarnos los trajes de pingüinos y

vamos a relajarnos, tenemos comida, bebida y un barco, y Sophi y yo pagamos estas vacaciones, así

que vamos a pasarla bien hasta que regresen.

Meli aplaudió y a James casi se le cayó la quijada.

-ijoder, que educación me están dando!

-iJames! ¡Que no maldigas, carajo! -siseó su madre y luego todos se fueron a divertirse, porque solo

de pensar en los malos ratos que iba darle Sophia a Rex de ahí en adelante, nadie podia evitar reírse.

Sin embargo estaban muy lejos de imaginar el caminito de rosas con espinas que le esperaba a Rex a

partir de ese momento, porque Sophia estaba tan emocionada como furiosa. -iJJJJJMMM JMJM

JJJJMMM MMMJJJJ MJMJJJJJJMMM! -grunía con frustración.

-Sí, ya sé, me odias con todo tu corazón -dijo él deteniendo la lancha en cuanto tuvieron la costa a la

vista, a menos de una milla.

Le quitó la cinta de la boca despacio y pudo ver sus pequeños dientes furiosos.

-i¿Cómo te atreviste a hacerme esto?! -gritó Sophi apenas pudo hablar.

-¡Porque puedo!

-¡Estás loco de remate! —¡Gracias!

-¡Llévame de vuelta de inmediato, Rex! ¡De inmediato o te juro que…!

No pudo terminar, porque la boca de Rex se estampó contra la suya en un beso posesivo. ¡Se la había

robado de su boda! ¡Era verdad que estaba loco pero ella era peor porque había estado esperando

nueve años a que a él se le quitara la estupidez y ahora también protestaba por eso!

-Eres una neurótica! –gruno sobre sus labios sintiendo la mordida — ¿No se supone que tú me amas?

¿Que soy tu principe azul y todo eso…?

—¡Te estuviste destinendo por nueve años, idiota!

— Ja! ¡Ahora resulta que no soy el tono de azul que la niña queria! -¡Pues no! -replicó Sophi mientras

intentaba puardarse aquella risa emocionada solo para ella

-¡Pues déjame decirte algo, ballenita! Quizás y no sea un príncipe azul, pero te aseguro que como lobo

feroz me va muy bien.

-¡Espera! ¿Qué vas a hacer…! ¡No…! –protestó Sophi cuando él volvió a poner la cinta sobre su

boca.

Sus manos se movieron por el tejido de su vestido, sintiendo la delicada piel desnuda debajo, mientras

la apretaba haciéndola sentir su erección contra su cuerpo. Sophi gimió cuando sus dedos

encontraron sus pezones, excitándolos antes de bajar por su cuerpo hasta llegar a la falda del vestido.

Rex la alzó un poco y metió la mano entre sus piernas para acariciarla por encima de las braguitas.

Sophi era ya un mar de sensaciones, y cuando él la acarició tan intimamente solo pudo cerrar los ojos

y entregarse a sus caricias. Rex iba a estallar si no hacía aquello. Metió un par de dedos en su cuerpo

y la sintió moverse contra su mano, desesperada por sentir más.

– ¿Quieres que te diga que voy a hacer? -murmuró con sensualidad mientras lamía su cuello – Te voy

a comer, Caperucita, eso voy a hacer.

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