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La Novia Equivocada Novela de Day Torres

Capítulo 105
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JUEGOS DE SEDUCCIÓN. CAPÍTULO 23. No olvides quién está amarrando a quién Rex estaba

nervioso, era inútil negarlo. Sophia dormía a su lado, acurrucada contra un costado de su cuerpo

mientras él miraba al techo con una mano bajo la nuca. Ni siquiera podia empezar a describir lo

agradable que era sentir su calor contra él. Era pequeña y era suya, y no podia imaginar nada mejor

que eso.

Sin embargo aquellas palabras de Sophia, por segunda vez en menos de un mes, le daban vueltas en

la cabeza. ¿Sabía la mujer en la que él mismo la había convertido?

Le daban ganas de abofetearse por eso, pero la verdad era que lo único que podia hacer era amarla, y

amarla todavía más por todos esos años que había perdido con ella. Cerró los ojos y trató de dormir, y

la luz del día siguiente no fue lo que lo hizo despertar, sino el golpe seco de un cuerpo contra la

alfombra. -¡Ay!

– Sophia! Rex se levantó de golpe y gates hasta el borde de la cama para verla ahí abajo. Sophi se

levantó sobre los codos, viendo aquel cordón atado a su pie, y luego se dejó caer de nuevo sobre la

alfombra, riendo. Lo vio asomarse por el borde de la cama y se quedaron mirándose por un largo

minuto.

-Creí que valía la pena honrar las tradiciones –murmuró Rex. –Vale la pena -susurro ella y Rex tiró de

su mano para subirla de nuevo a la cama. La hizo envolver las piernas alrededor de sus caderas,

sentándola frente a él, y le apartó el cabello de la cara con suavidad-. No voy a escaparme -dijo

Sophiy él asintió.

-Lo sé, solo estoy intentando descubrir por qué diablos no saldrías corriendo respondió con seriedad-.

Lo siento, Sophi, por todo lo que te hice, por… alejarte como lo hice. Una parte de mí todavia intenta

justificarse, y la otra sabe que te lastimé tanto que no podré perdonarme nunca.

Apoyó su frente sobre la de ella y respiró profundamente.

-Te amo. Pero si te soy honesto jamás he dejado de pensar que no soy lo suficientemente bueno para

ti. Digo…imírate! ¡Eres una pequena diosa! Incluso sin importar lo que te hice, te has convertido en la

mujer más increíble del mundo y yo… ¡Bueno, yo soy esto! -exclamo señalándose-. Desde que era un

adolescente las chicas no me vieron como otra cosa que una maquinita de follar. La única mujer que

jamás me miró así fue tu madre y por eso es mi mejor amiga.

Sophi asintió despacio mientras lo veía intentar encontrar las palabras correctas, como si fuera un nino

al que le costara expresar sentimientos que ni reconocía.

– ¿Y entonces?

–¡No lo sé, Sophi! ¡Tú siempre fuiste la nina de mis ojos, desde que eras una enana de siete anos! ¡Y

siempre me has visto siento esto! — exclamó Rex con ansiedad -. Cuando me dijiste que yo te

gustaba… No quería que tú también me vieras de esa manera, exactamente igual de todas las

demás.

-¡Eres un imbécil! – le gruñó Sophia.

-¡Ya lo sé!

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-¡No, no lo sabes, eres un imbécil en serio! ¡Porque si me hubieras escuchado en vez de ponerte todo

histérico te habrías dado cuenta de que esa no era la forma en que yo te quería! i Maldición a los

dieciséis ni siquiera estaba pensando en ti de esa forma! ¡Verte desnudo era la última maldit@ carta

de mi baraja y tú lo echaste todo a perder!

Rex cerró los ojos y apretó los labios porque sabia que ella tenía razón.

-De verdad lo lamento. Tienes razón. Quise creer que solo era un capricho y que se te iba a pasar –

murinuró.

-Si, bueno, no se me pasó – rezongó ella con frustración.

-A mí tampoco se me va a pasar esto así que supongo que es mejor que nos digamos las cosas como

son -sentenció Rex-.Te amo, Sophi. Siempre te quise pero estar enamorado… no tenía ni una mladit@

idea de lo que era eso y sabes que no estoy mintiendo. Siempre he sido un inujeriego, y jamás creí

que eso cambiaría, pero después de estar contigo no he estado con nadie más, te lo juro.

– ¿La que llevaste al aeropuerto? -Claro que no, Sophi, sabes por qué llevé a esa chica, a… este… -

Rex arrugó el ceño y Sophi suspiro.

– Ni siquiera recuerdas como se llama, ¿verdad?

Rex negó encogiéndose de hombros.

-Sabes bien por qué la llevé, pero ya tenía todo listo para salir volando a Europa detrás mi Abby – le

dijo mirándola fijamente a los ojos-. Lo siento mucho, ballenita, sé que te lastimé, sé que yo fui el

cabrón que rompió tu corazón y que si eres así es por mi culpa. Ahora más que nunca siento no te

merezco, solo que ahora soy más egoísta y no quiero dejarte ir, no quiero perderte, Sophia

-¿Eso que quiere decir? ¿Que vas a dejar de ser un mujeriego? ¿Y no vas a querer sexo de una

noche? – preguntó ella.

-Oye, no olvides quién está amarrando a quién -replicó el sacudiendo el cordón que ella todavía tenía

atado al tobillo-. Si quiero sexo de una noche, Sophi, solo que quiero que todas esas noches sean

contigo. Así que aunque tenga dos ataques de ansiedad diarios, voy a hacer todo lo posible para que

jamás quieras irte de mi lado. – ¿Vas a pelear por mí? – murmuró Sophia.

-Cada día de mi vida -le aseguró Rex uniendo sus labios en un beso cálido y dulce-.Y teniendo en

cuenta el suegro que me gané, es probable que me quede inuy poco de vida jasi que mejor vamos a

disfrutar!

Sophi no y él se echó sobre ella en la cama mientras se besaban. Rex volvió a hacerle el amor, esta

vez despacio… hasta que ella se aburrió y aquello se convirtió en una vorágine de sudor y zemnidos

Debian ser casilas doce del mediodía cuando él escuchó su estómago rugir.

—Bueno. Creo que es hora de regresar y enfrentar la realidad, ballenita –dijo levantándose de

la cama y fue la primera vez que Sophi miró alrededor.

-Rex ¿dónde estamos?

– Trónicamente, la cabaña donde tu padre le pidió matrimonio a tu madre. Es mía, la compré hace

años al llegar a Boston. ¡Y antes de que me preguntes cuántas han pasado por aquí diré

honestamente: ninguna! -la atajó Rex-. Primero porque declaré que a este lugar solo traería al amor de

mi vida…

-¿Y? – lo animó Sophia.

– Y segundo porque necesitaba un lugar secreto donde esconderme cuando las chicas se ponias

acosadoras – murmuró Rex rascándose la nuca y Sophia se rio sin poder evitarlo.

Se bañaron y se vistieron, y Rex llevó a Sophi a la mansión King para que pudiera cambiarse. -Bueno,

hora de enfrentar a las fieras -dijo Rex intentando armarse de valor-. El barco va a atracar en el puerto

en dos horas para que podamos subir. Por alguna razón tu padre alargó el viaje de tres días a una

semana y creo que es porque planea torturarme todo ese tiempo, en alta mar, donde no me escuche

gritar nadie. Sophia le puso los ojos en blanco y lo abrazo. -Está bien, varnos… pero primero tenemos

que pasar a buscar a alguien. Rex arrugó el ceño sin comprender pero Sophi ya tiraba de su mano y

pocos minutos después estacionaban frente al edificio de King’s Holding Corporation. Se bajaron

mientras ella hablaba por teléfono y algunos segundos después Connan corrió hacia ellos. Levantó a

Sophia por la cintura, abrazándola, y Rex pasó por todos los colores del arcoíris.

– Jefecita! ¡Qué gusto verte! ¡Ya me estaba asustando! -rio Connan dejándola en el suelo de nuevo, y

cuando Sophi se giró hacia Rex lo que vio fue el Vesubio a punto de erupción.

– ¿¡Me quieres explicar qué diablos es esto, Sophia!? – siseó Rex entre dientes-. ¿Por qué vinimos a

buscar al grenas? -Bueno… a esto quería llegar, el greñas es mi amigo desde hace dos años-

respondió ella. -¿Qué clase de amigo?

Del que nos hacemos el pelo juntas-replicó Connan con voz ronca y amenazante y Rex tosió de la

impresión. ¡Vesubio desactivado en tres, dos, uno! 5 ¿Aquello que significaba? ¿El greñas era gay?

¿Entonces todo ese tiempo..? –Déjame ver si entiendo. ¿Te aliaste con el Schwarzenegger pirata este

para darme celos? – le preguntó a Sophia mirándola a los ojos.

—Es que eras muy difícil de conquistar. Necesitaba ayuda – se justificó ella encogiéndose de

hombros, pero en vez de estallar de nuevo Rex asintió con una sonrisa malévola y la atrajo hacia él

para besarla.

-Dos palabras para ti: Estás castigada -dijo en su oído y a Sophi se le escapó una risita pícara porque

si de algo no planeaba quejarse era de los castigos de Rex. Los tres se subieron al auto, porque la

familia había invitado a Connan a las vacaciones, y muy pronto llegaban al puerto,

-Armate de valor, mi vida! -dijo Sophi cuando vieron a Nathan de pie en la popa del barco.

–¡Maldición, debi ponerme pantalones negros! -gruno Rex.

-¿Para qué?

-Para que no se me note cómo se me escapa el… valor -respondió él, pero finalmente tomo la mano

de Sophia y subió la escalerilla hasta el barco, que enseguida levó anclas.

Rex camino hasta ellos, pero antes de que Meli se pusiera a gritar, Nathan la detuvo. Sophi jamás lo

había visto tan serio en toda su vida, pero su padre solo respiró profundo por un momento y miro a

Rex a los ojos.

-¿Estás seguro de esto? – preguntó con tono neutro.

– Tú sabes que sí – respondió Rex.

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-Ayer me dijiste que tú también habías criado a mis hijos, así que sé que sabes lo que significan para

mí. Ahora te estás llevando a Sophi, así que sé que también sabes que el día que vuelva a ver llorar a

mi hija te voy a perseguir con una escopeta como el perro rabioso que serás para mí en ese momento.

¿Quedó claro?

-Si –contestó Rex con firmneza.

– Bien -dijo Nathan abriendo los brazos y dándole un abrazo. Sigues siendo mi mejor amigo… pero

aquí entre nosotros tengo que decirtelo, eres un atrofiado emocional. ¿Cómo pudiste no darte cuenta

de lo que estaba pasando? La niña te dio tres vueltas, te arrastró a Nueva York y ni te enteraste,

dominado en un segundo!

-Espera i queeeeeeee?!-se espantó Rex- Tú lo sabías?! Miraba a Sophi y a Nathan indistintamente y

la vio a ella hacer un puchero.

-¡Es mi papá, y encima es mi jefe en el trabajo! ¡No podía esconderle las cosas! ¿Cómo crees que le

iba a justificar vacaciones de dos meses?

Nathan rio palmeando su hombro y Rex le gruñó entre dientes a Sophia.

-¡Estás… doblemente… castigada!

Y si iba a decir algo más no pudo porque lo siguiente que sintió fue un sartenazo en toda regla.

-¿Cómo te atreviste, Rex? – le gritó Meli amenazándolo con aquella sartén que se había tomado el

trabajo de robar en la cocina.

-¡Lo siento, Meli, de verdad! Debí decirtelo… ¡Bueno, si te lo dije! ¿Recuerdas? Te lo dije cuando

regresé de Nueva York, te dije que me había enamorado…

-¡No te estoy pegando por eso idiota! ¡Cómo te atreviste a demorarte tanto en reaccionar!? i Mira todo

el espectáculo que tuvimos que montar por ti! -lo increpó golpeándolo de nuevo.

– th!?

-¡Solo para que lo sepas: estas vacaciones las pagas tú, tarado! – le grito enojada y Rex se volvió

hacia Sophia,

–Espectáculo? ¿Cómo que espectáculo, Sophia? –Rex no sabia ni cómo estaba hablando Esto… esto

no era de verdad?

–Ouizás yo te pueda explicar mejor eso -se escuchó tras ellos la voz de Will mientras Nathan se

llevaba a Meli — Recuerdas cuando te dije que le iba a hacer un montón de bebés? Pues

resulta que no puedo. Rex arrugó el ceño.

-¿Eres estéril?

-No, soy gay. * Rex sintió que se le caía la quijada de la impresión.

– ¿Gay? ¿Entonces no eres… el prometido de Sophia?

-¡Nop!

-i¿Y a quién demonios oí yo gritando en la casa de huéspedes?! -gruno. -¡Ups! Creo que esta es mi

entrada -rio Connan acercándose-Connan Bergman, novio de Will desde hace dos años, mucho gusto.

S

Rex miró a Sophia con la maldad retratada en el rostro y ella le enseñó los dientes en una sonrisa

nerviosa. 2

-¿Estoy castigada? -¡Taaaaaaaan castigada! 13