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La Novia Equivocada Novela de Day Torres

Capítulo 194
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ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 43. Demasiado tarde

Aaron frunció el ceño. Definitivamente no recordaba que hubiera ninguna cafetería por allí, pero

exactamente a los quince minutos vio un edificio que por fuera decía HOT CAFFÉ. Entró para pedir un

capuchino de caramelo y pestañeó tres veces cuando lo que le entregaron fue a un moreno de uno

ochenta… en tanga.

-Este… creo que hubo una equivocación…

-¡No no no! Ninguna equivocación. Él es Capuchino Caramelo, son quinientos euros por baile privado.

Aaron apretó los labios y se giró hacia el muchacho, que le hizo un guiño, y sacó los quinientos euros.

-Quiero que me consigas un capuchino caramelo de verdad, porque tengo una mujer a la que

molestar. ¿ Te apuntas? 2

El muchacho asintió de inmediato y media hora después Aaron regresaba a la escuela con su

capuchino caramelo… el de verdad.

Tocó a la puerta de la cabaña de Meli, porque alguien le dijo que allí estaba Nahia y un segundo más

tarde la persona que le abrió, definitivamente no se parecía a Nahia.

-Señor King… -murmuró y Nathan apretó los labios, haciéndose a un lado para dejarlo entrar-. Este…

quería saber si Nahia estaba aquí…

-Entra, solo dame un momento y voy por la escopeta y ya regreso. 1

Aaron apretó los labios y asintió.

-Claro, señor -dijo mientras lo veía marcharse y luego murmuró para sí mismo-. Supongo que me lo

merezco. 2

Dos minutos después Nathan aparecía de nuevo en la sala, esta vez cargando una escopeta de caza.

-¡Ahora sí, ¿me quieres explicar qué carajo haces aquí?! -rugió.

-Vine a discutir un proyecto para ayudar a los niños con la directora de la escuela -respondió Aaron y

Nathan lo miró con incredulidad.

-¿Y nada más?

Aaron respiró profundo y miró al suelo.

-Bueno… me gustaría suavizar las cosas con Nahia, ya sabe, pedirle perdón, ver que está bien… 1

Nathan puso los ojos en blanco y apretó los dientes.

-¿Al menos sabes que la cagaste o no? -rezongó molesto-. ¡Mi hija te salvó la vida, y se lo pagaste

echándola de tu lado!

Aaron respondió profundo y puso el café sobre una de las mesitas antes de meterse las manos en los

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bolsillos.

-Lo sé. Sé que lastimé a Nahia y que ella no se lo merecía. Pero no puedo volver el tiempo atrás, solo

puedo… arrastrarme de rodillas a sus pies y rogar que me perdone aunque jamás quiera volver a

verme después de eso. 1

Nathan gruñó molesto y siguió blandiendo su escopeta.

-¡Pues va a estar difícil porque yo no quiero volver a verte ni a diez metros de mi hija de nuevo! ¿

Entendiste? -gruñó Nathan-. Nahia pasó mucho para superar todo esto… y sé que tú también, pero yo

te

abría las puertas de mi familia, te mandé a cuidarla, confié en ti y tú me fallaste totalmente, cabrón!

¡Por mi culpa mi hija salió lastimada! Así que si te vuelvo a ver por aquí, te aseguro que te voy a meter

dos cartuchos en el otro brazo. 5

Aaron lo miró a los ojos por un segundo y luego asintió.

-En ese caso, le voy a pedir que en lugar del otro brazo, me dispare a una pierna… ja ser posible la

derecha!, porque es con la que juego fútbol. 2

-¿¡Disculpa!? -rugió Nathan-. ¿Eso qué diablos quiere decir?

-Bueno es que la pierna posiblemente tenga pistones neumáticos, como la mano, así que patearía

como para atravesar la red… ¡Serían tremendos goles! -respondió Aaron. *

Nathan se quedó mirándolo como si de verdad se hubiera quedado estúpido después de perder la

mano. 2

-¡No te hablo de eso, idiota! ¡Te hablo de que sigas dando vueltas alrededor de mi hija como un

mosq…… Oye espera. ¿Dijiste “pistones neumáticos“? ¡No me jodas que tienes pistones neumáticos

en esa mano…! -murmuró acercándose y Aaron se la mostró. 5

-Sí, tengo seis -le dijo arremangándose la camisa-. De hecho están geniales, uno por cada dedo y uno

para la muñeca.

Los movió y Nathan lo miró fascinado.

-¡Eso debe tener una fuerza increíble! -murmuró.

-¡Ni se imagina! Mire le hago una prueba. Agarró el cañón de la escopeta y lo aplastó entre sus dedos

hasta que lo soltó como una chatarra jorobada mientras su mano hacía: “pssssss, psssss“. 2

Nathan sonrió como un niño como un juguete.

-¡Wow, eso está increíble! Espérame voy por la otra escopeta y me sigues enseñando. 7

-Por supuesto, señor -accedió Aaron.

Diez minutos más tarde, cuando Nahia atravesó aquella puerta, volvió a encontrarse a Aaron sin

camisa, esta vez delante de su padre.

-¿¡Pero y a ti qué diablos te pasa!? ¿No puedes dejarte la ropa puesta ni dos minutos seguidos? -le

espetó antes de girarse hacia su padre-. ¿Y tú cómo le sigues el juego? 2

Nathan alzó su escopeta de nuevo.

-¡No es juego, solo quería saber cómo era que funcionaba el brazo, es una cosa impresionante! -se

defendió él-. Pero ya vuelvo a la amenaza.

Nahia puso los ojos en blanco y rezongó.

-¡Ya baja eso, papá! ¡No le vas a disparar a nadie! -espetó Nahia.

-¡Oye, yo podría!

-¡Y él podría esquivar perfectamente la bala, así que no te molestes!

-A ver a ver -replicó Nathan-. ¿Cómo es que esquivar una bala? Es Robocop, no Superman, tampoco

te excedas. 3

El silencio que se hizo en aquella sala fue sepulcral. Nathan no había pensado muy bien en lo que

había dicho, o quizás sí, lo cierto era que aquel apodo los había dejado mudos a Nahia y a Aaron. Le

bastó un segundo para salir de allí tan disimuladamente como podía y Aaron se puso la camisa de

nuevo.

-La próxima vez que vengas, y estoy segura de que vas a venir de nuevo–sentenció ella-, haz el favor

de ponerte una playera para que puedan verte el brazo sin que tengas que dar un espectáculo nudista

cada diez min…

Nahia se interrumpió cuando él se puso la camisa apresurado y le entregó aquel vaso de café. Lo miró

aturdida y lo vio sonreír.

-Perdón, dijiste “nudista” y enseguida me acordé del café -le dijo como si nada–¿Y por qué estás tan

segura de que voy a regresar?

La muchacha respiró profundo y lo miró a los ojos.

-Porque te conozco -respondió. Al menos la terquedad te la conozco. No viniste a presentar ningún

proyecto, viniste porque tienes algo que decir, pero no tengo tanta suerte como para que solo lo digas

y te vayas ¿no es cierto? ¡no! Aquí te vas a quedar rondando hasta que logres arrastrarme a alguna

pelea lo bastante dramática como para que termines haciendo catarsis y gritándome a la cara lo que

no me dirás hoy. ¿O me equivoco?

Aaron apretó los puños y bajó la cabeza. De verdad lo conocía, pero él estaba intentando cambiar eso.

-No me acuses de que no me interesa el proyecto porque sabes que no es cierto… -murmuró-. Pero

tienes razón, no quiero irme. No sin hablar contigo.

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Nahia asintió con la cabeza y se mordió el labio inferior con impaciencia.

-Muy bien. Habla.

-¿Eh? ¿Ahora? 1

Durante un largo segundo se quedaron mirándose a los ojos y ella sintió que le temblaban los labios.

-Estás arrepentido. Lamentas haberme lastimado. Quieres que te perdone por eso le dijo-. Es el

resumen de por qué estás aquí. ¿No es así?

Aaron sintió un nudo en la garganta, porque era verdad que ella lo conocía mejor que nadie.

Nahia se sentó en uno de los sofás de la sala y él se agachó frente a ella.

-Lo que hice… no tengo cómo justificarlo, Nahia -murmuró.

-No tienes que hacerlo -replicó ella con suavidad-. Acababas de perder una parte importante de tu

cuerpo, no estabas listo para lidiar con eso, necesitabas a alguien a quien culpar. Lo entiendo.

-¡Pero no debí hacerlo…! -exclamó él mientras sus ojos se humedecían.

-Eso es cierto. No debiste hacerlo -murmuró ella-. Pero yo sí debí esperarlo. -A Aaron le temblaron los labios porque sabía a qué se refería-. Para empezar, jamás debi casarme contigo….

-¡Nahia, no digas eso…! -murmuró él con voz ahogada. 1

-¿Por qué no? ¡Tú sabes que es verdad! No sé qué me cegó o si fue una elección estúpida pero

siempre supe, desde el primer día supe que ibas a lastimarme. Así que en lugar de seguir

satanizándote por abandonarme, solo acepté las consecuencias de mi propia decisión y seguí

adelante.

Cuando Aaron levantó los ojos hacia ella, ya los tenía llenos de lágrimas.

-Habla como si jamás hubieras podido esperar nada bueno de mí -le dijo.

-No es verdad, hay mucho bueno en ti, pero debía esperarlo solo cuando las cosas marchaban bien –

suspiró ella-. Cuando las cosas se complican, a menos que se requiera una pistola… no eres el

hombre

correcto. 1

Aaron pasó saliva, sabía que se merecía que le dijera todo aquello, y que también se merecía que le

doliera. 1

-Lo sé–murmuró finalmente-. Cuando todo pasó, cuando me calmé… y por fin acepté que solo habías

hecho lo mejor para mí… ya era demasiado tarde. Por eso estoy aquí.

-Aaron, ahora también es demasiado tarde. Ya pasaron dos años -le dijo ella-. Pudiste intentar volver

en cualquier momento pero no lo hiciste, si yo no hubiera ido a buscarte por lo del divorcio habrían

pasado otros diez años antes de que nos viéramos de nuevo…

-No quería regresar como un hombre incompleto -susurró él y ella sonrió con amargura.

-Entonces no regreses, porque para mí todavía lo eres, y no estoy hablando precisamente de tu mano

– declaró Nahia poniéndose de pie y acariciando su rostro-. De verdad te deseo lo mejor del mundo,

siempre fue así. Y te perdono, porque te mereces olvidar todo esto y ser feliz. Pero por favor, regresa

a Ucrania. Ya no tienes nada que hacer aquí.