Capítulo120
Clara se dirigió rápidamente al estacionamiento subterráneo, caminando veloz como el viento.
-Irene–Rodrigo la alcanzó con grandes zancadas y agarró su delgado brazo.
Ella se dio la vuelta bruscamente, con ojos brillantes y distantes, mirándolo.
-Suelta–dijo ella.
-¿Qué te pasa? ¿Es por Alejandro?-Rodrigo apretó la garganta, suave y culpable, -Lo siento, no
sabía que él estaría aquí. Si lo hubiera sabido, nunca te habría traído.
Clara recordó la caja que Alejandro le había dado y un dolor punzante se apoderó de su corazón. ¿
Compensación? ¡Ella no lo quería en absoluto!
-Te devuelvo esto–Clara bajó la cabeza ligeramente y se quitó el collar de su blanco cuello,
entregándoselo a Rodrigo, -De todas formas, gracias por el regalo, pero lo siento mucho, no puedo
aceptarlo.
Rodrigo tembló por un instante, -¿Me estabas usando?
-Lo siento–Clara tenía una expresión apagada en sus ojos.
Aunque estaba siendo utilizada, Rodrigo sorprendentemente no se enfadó. Al contrario, la cuidaba
mucho. Junto con el cariño, solo sentía desilusión. Porque podía ver que ella aún tenía sentimientos
Follow on NovᴇlEnglish.nᴇtpor Alejandro, no había logrado superarlo por completo, necesitaba tiempo para asentarse. Aunque no
sabía cuánto tiempo tomaría, él estaba dispuesto a esperar.
-No importa, está bien. Al fin y al cabo, tú tampoco aceptaste el regalo de Alejandro. Me siento
bastante equilibrado en mi interior–dijo Rodrigo mientras agitaba la mano despreocupadamente,
tomando el collar con fuerza.
-En realidad, Rodrigo, eres genial. Manejas muchas cosas de manera más madura y racional que
Alejandro. Tienes la capacidad de ver las cosas con claridad. Aunque pareces despreocupado, en
realidad eres muy atento y sabes cómo amar a los demás. Mereces una mujer mejor, deberías guardar
tu valioso tiempo para alguien que lo merezca–Clara se sentía un poco culpable en su corazón y su
actitud hacia él se volvió más amable.
-Ya ha aparecido alguien mejor, alguien que lo merece. Está lejos pero también está cerca–los ojos de
Rodrigo la miraron intensamente, su pecho se agitaba.
-Gracias por tus palabras amorosas–dijo Clara con una sonrisa elegante, y se fue con gracia al dar
la vuelta.
Rodrigo se quedó inmóvil en su lugar, impotente y resentido. ¿Había sido rechazada su confesión?
Las luces se encendieron en el salón de la sala de estar del club ACE. Esta noche, Alejandro estaba
de muy mal humor. Rodrigo había instruido al personal responsable de vaciar el lugar y solo
brindarles servicio a ellos dos.
Alejandro se sentó en el mostrador del bar, solo y desanimado, su aura fría y distante alejaba a los
camareros. Frente a él, estaba la caja de joyas de terciopelo negro
En los últimos días, Alejandro había llevado esa caja consigo, pensando en dársela a Irene en cuanto
tuviera la oportunidad. Pero no esperaba que ella ni siquiera le echara un vistazo. ¡Qué
humillante!
Agitando el whisky con hielo en su vaso, Alejandro tuvo visiones de Rodrigo poniéndole el collar a
Irene, de Irene sonriendo a Rodrigo, de los dos marchándose juntos… Ella solía sonreírle solo a él,
pero ahora sonreía de esa manera a todos los hombres, excepto a él.
¡Irene, sin mí, te estás devaluando! ¡Te estás menospreciando!
Alejandro exhaló con frustración, terminó su vaso de un trago. Los camareros se quedaron
boquiabiertos. ¡Beber alcohol fuerte de esa manera podría matar a alguien!
Sirvió otra copa y estaba a punto de beberla cuando una mano larga se acercó y cubrió la boca del
vaso.
-Alejandro, no se bebe alcohol fuerte así, daña el hígado–dijo Rodrigo mientras miraba a Alejandro con
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmlos ojos ligeramente entrecerrados, medio embriagado.
Alejandro sonrió apretando los dientes y medio borracho, -¿Qué importa dañar el hígado? Es
mucho mejor que tener a un amigo que conspira a mis espaldas.
Rodrigo también estaba de mal humor, se sentó a su lado cruzando las piernas largas, -Sírveme
uno igual, como él.
-Rodrigo, Irene no es una mujer que puedas tocar–dijo Alejandro con frialdad.
-¿Por qué no puedo tocarla?-preguntó Rodrigo con una ceja levantada, riendo burlonamente, -¿Es
porque ella está con Diego o porque ella es tu ex esposa?
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La garganta de Alejandro se secó, su pecho estaba a punto de explotar de opresión.
-Si es por lo primero, no me importa. Si es por lo segundo, ¡aún me importa menos!
Las palabras hirientes, catalizadas por el alcohol, finalmente hicieron que Alejandro liberara las
emociones que había estado reprimiendo durante tanto tiempo.
Volcó su copa de licor y agarró bruscamente el cuello de Rodrigo, sus ojos rojos como cuchillos
ensangrentados.
-¡Rodrigo, no te atrevas a tener intenciones hacia ella mientras yo esté vivo! ¡A menos que yo
muera!