Capítulo139
-¡Alejandro! ¿Qué más necesitas hacer para dejarme en paz?
Clara estaba asustada y sudando frío. Mordiendo sus dientes, preguntó con furia -¿No te das cuenta
de lo irrespetuoso que eres al seguirme así? No negué mi responsabilidad por lo que te sucedió, ya le
pedí a Aarón que hablara contigo. ¿Ahora, qué quieres hacer conmigo?
-¿No querías resolverlo en privado? Te doy la oportunidad de hacerlo.
Alejandro respiró profundamente y su voz tembló un poco: -Ven a verme, si lo haces, no seguiré
persiguiendo el incidente en el que tu hermano me golpeó. Todo quedará en el pasado.
–
-¡Tú! Clara quedó sorprendida y enfadada.
¿Este tipo tan problemático y caprichoso es realmente Alejandro?¡Debe de estar loco!
-Está bien, iré a verte, pero te exijo que cumplas tu palabra y aceptemos resolverlo en privado.
Después de decir eso, ella colgó furiosamente el teléfono.
Tan pronto como Clara se fue, el mayordomo Franco llamó a Leticia a un lado y le dijo: -Señora,
hay dos coches Mercedes con placas A7777 estacionados afuera de nuestra residencia. Han estado
allí durante mucho tiempo.
También hay dos hombres vestidos con trajes que han estado mirando nuestra casa todo el
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tiempo. ¿Podrían ser personas peligrosas? ¿Necesito activar la alarma de seguridad?
Leticia frunció el ceño y pensó por un momento: -No hagas nada por ahora y no le informes al Sr.
Pérez. Yo me encargaré.
-Sí, Señora–asintió el mayordomo y se retiró.
Leticia se apresuró a llevar a Luz y María al pasillo para una reunión de emergencia.
-Luz, María, tenemos una misión importante esta noche.
-¿Una misión importante?– Luz parpadeó con sus ojos claros, confundida.
-Leticia, por favor, deja de jugar y dinos de qué se trata- dijo María impaciente.
-Alejandro, ese desgraciado, está aquí afuera de nuestra casa, probablemente causando problemas a
Clara- susurró Leticia en voz baja, con una mirada fría y feroz.
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-¿Qué? ¡Ese maldito sin corazón se atreve a venir aqui! Joder ¡Voy a buscar algo para enfrentarlo
María se levantó, enojada, y se dirigió hacia la puerta. Luz tuvo que usar toda su fuerza para detenerla
-Maria, no te dejes llevar por la impulsividad. Si causamos mucho revuelo, alertaremos
a Julio y no podremos mantener el secreto.
-Pero ese cabrón de Alejandro viene y ladra frente a nuestra casa. ¿Por qué no puedo golpearlo?
María estaba furiosa -Cuánto sufrimiento causó en Clara en el pasado, y ahora la ha convertido en
una abandonada a una edad tan joven, obligándola a divorciarse sin ninguna dignidad ¿Cómo
podemos permitir que nuestra señorita sea maltratada de esta manera? Pueden tolerarlo, ¡pero yo
no puedo!
-Nosotros tampoco podemos. Pero Maria, Clara nos ha pedido muchas veces que no
intervengamos. Si de repente castigamos a Alejandro, solo causaremos problemas y molestias a
Clara. No la haremos sentir cómoda.
-Lo que Clara quiere no es este interminable enredo, lo que ella desea es una separación rápida y
limpia de la familia Hernández, para que no haya más conexiones con Alejandro–dijo Leticia
mientras detenia a María enérgicamente.
-Pero… pero no creo que Alejandro tenga intención de dejar a Clara.
Dijo Luz, con los labios apretados, preocupada. -He investigado a Alejandro, y parece ser
despiadado. Aparte de la señorita Sánchez, nunca ha tenido novia ni ninguna relación. Es como
una fortaleza de hierro.
-Un hombre como Alejandro, que vino desde la Ciudad de México hasta Valencia solo para ver a
Clara, no parece ser capaz de hacer eso. Así que me pregunto ¿podría ser que se arrepintiera de
haberse divorciado de Clara?
-¿Alejandro? ¡es solo una bestia!
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Maria apretó el puño con fuerza y dijo–Sin mencionar que ese tipo de hombre sin corazón no
tendrá nunca ningún remordimiento. Y aunque lo tuviera, sería un amor que llega demasiado
tarde. ¡Duele solo con mirarlo!
-Acabo de ver a Clara levantarse sigilosamente de la mesa. Seguramente fue a encontrarse con
Alejandro
Leticia era la más astuta y reflexiva de las tres esposas, y su mirada marrón se curvó en una
sonrisa ambigua.
-Luz, quédate en casa y cuida de Julio, ayudala a encubrir a Clara. María, ¿no deseas desahogar la ira
para Clara? Esta noche, te daré la oportunidad de ganar sin derramar sangre.
Ahora es principios de otoño y hace frio estos días, especialmente por la caída de la temperatura.
El viento en Valencia por la noche era bastante fuerte.
César se encogió de hombros por el frío. Observó a su jefe parada como una estatua de hierro en el
viento frio, con una postura erguida y orgullosa, sin siquiera mirar hacia atrás. No le quedaba más
opción que aguantar. O
De repente, le vino a la mente una vieja canción, que encajaba perfectamente con la situación de
Alejandro:
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