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Mi Ex-esposa Misteriosa Es Multimillonaria

Capítulo 406
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Capítulo406

El chirrido de neumáticos rozando el pavimento resonó en el estacionamiento mientras Aarón veía cómo la señorita manejaba en un emocionante derrape y estacionaba el

coche con precisión.

Una sonrisa de orgullo se apoderó de las comisuras de los labios de Aarón.

Clara salió del coche en una bata, el cabello aún húmedo, y sus ojos destilaban furia.

-¿Dónde está la habitación de Rodrigo? -preguntó con enojo.

-En la suite presidencial en el último piso-respondió Aarón con preocupación, bajando la voz, acaban de entrar hace un rato. En el último piso solo hay una suite presidencial,

puede ir a

ocuparse de esto sin molestar a otros huéspedes.

-Entendido.

Minutos después, Clara emanaba una intensa ira mientras caminaba hacia la puerta de la suite presidencial, con tacones afilados y altos. Aarón la siguió cautelosamente,

tenía la sensación de

que la señorita no venía a rescatar a Noa, sino a descubrir una infidelidad.

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-Usa la tarjeta para abrir la puerta-ordenó Clara.

-Sí, señorita.

Aarón utilizó una tarjeta maestra para abrir la puerta, y Clara pateó la puerta con tanta fuerza que

casi la rompe.

-¡Rodrigo! ¡Sal y enfrentame! -gritó Clara en voz alta.

En ese momento, Rodrigo salió tranquilamente de la habitación.

Gotas de agua de su flequillo negro caían mientras su musculoso torso estaba al descubierto, solo

llevaba una toalla de baño alrededor de su cintura, atada de manera descuidada.

Aarón inhaló abruptamente, temiendo que la toalla se soltara con cada paso que Rodrigo diera,

manchando la vista de la señorita.

-¿Clara? ¿Qué haces aquí? -Rodrigo escuchó la voz y supo de inmediato que era Clara, aunque no

estaba seguro. Al verla, sus ojos brillaron con emoción, -¿Por qué viniste sin decírmelo? Al menos

podría haberme puesto algo de ropa.

Luego, con una sonrisa traviesa, agregó, -Aunque no usar nada podría ser incluso mejor.

Clara estaba furiosa, pero su enojo se convirtió en risa mientras se acercaba a él, y le dio varias

bofetadas fuertes.

Rodrigo apenas tuvo tiempo de procesar lo que sucedía cuando tres palmadas resonaron en la

suite presidencial.

Clara había sido más rápida de lo que esperaba, y él había recibido tres bofetadas en el rostro de

una mujer enfurecida.

Rodrigo la miró atónito, una mezcla de enojo y humillación cruzaba sus ojos, y sus labios

temblaban.

-¡No puedo creer que me hayas golpeado, Clara!

Los dos lados de la cara de Rodrigo estaban hinchados y ardían, y su piel se entumecía.

Aarón, que estaba detrás, también se sorprendió, pero lo que más le preocupaba era si a la señorita

le dolían las manos.

-Hoy voy a golpearte-dijo Clara con ira mientras la sangre bullia en su pecho. Apretó sus manos, estaban adoloridas y entumecidas, -Te lo he dicho antes, aunque Noa no

tenga parentesco conmigo, es la hermana que más quiero. ¿No tienes suficientes mujeres a tu alrededor para entretener? ¿Por qué tienes que meterte con Noa? ¿Te parece

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emocionante jugar con la hermana

de tu amigo?

-No, Clara, déjame explicarte-Rodrigo estaba desesperado, su boca se secaba mientras ella no le

daba oportunidad para respirar.

-Rodrigo, realmente me equivoqué contigo. Eres una persona despreciable-las palabras de Clara

parecían atravesar el corazón de Rodrigo, la opresión de la injusticia lo golpeó, sus ojos enrojecidos.

-Rodrigo, ¿qué le hiciste a Noa? -en medio de su ansiedad, una voz fría y profunda resonó

repentinamente.

Clara se volvió rápidamente y vio a Alejandro, cubierto de polvo, entrar a pasos rápidos.

En un abrir y cerrar de ojos, se encontraba a su lado, lanzándole una mirada fugaz.

Clara frunció el ceño y examinó al hombre de arriba abajo. Alejandro generalmente cuidaba

mucho su apariencia, pero ahora estaba todo sucio y maltrecho.

-Alejandro Clara me dio tres bofetadas y me insultó-exclamó Rodrigo, buscando el apoyo de su buen amigo ¡Esto es una gran injusticia! ¡No puedes permitir que siga asi!

Alejandro tenía una mirada profunda, sus ojos se posaron en Clara que todavía estaba enfadada.

-No puedo controlarla, nunca he podido