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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 308
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Capítulo 308

-No me molesta dormir en el piso o en el sofá. -Elias insistió en quedarse sin importar qué porque su

humor estaba del asco ese día, por lo que Anastasia tuvo que mirarlo a los ojos y decir:

-Elias Palomares, hay un limite de lo sinvergüenza que se puede ser.

– Me detendré si me dices qué fue lo que hicieron Mario y tú. -Otra vez, dejó en claro sus sospechas

sobre ella. Suponia que se habían besado y se imaginaba lo felices que se debieron sentir todos los

hombres que la habian besado y probado esos suaves y dulces labios suyos.

«¿En verdad besó a Mario?. Tal cual como si le hubieran robado sus pertenencias, comenzó a sentirse

miserable ante esa idea. Ella marchó hacia la puerta de la entrada para luego darse la vuelta para

verlo e insistirle:

-¡Por favor, vete a casa! – El hombre comenzó a caminar en su dirección y ella estaba a punto de

soltar un suspiro de alivio cuando lo vio dirigirse hacia afuera, pero de repente el acercó su brazo tan

largo para apagar las luces con el interruptor en la pared; con el sonido de un clic, toda la sala de estar

se volvió oscura en un instante y le fue dificil para Anastasia adaptar su vista a esa repentina

oscuridad. Dejó salir un pequeno chillido, pero luego estaba siendo empujada contra la pared al

siguiente segundo para que luego un opresivo beso fuera colocado sobre sus labios; todo transcurrió

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tan rápido que Anastasia solo pudo jalar un aliento mientras que el hombre tomaba la oportunidad de

clavar su músculo sobre su orificio caliente. Todo se salió de control desde ese punto en adelante.

Ella se sentia frustrada porque siempre parecia que caía por las trampas que Elías le colocaba, al

igual que parecia que en cada ocasión calculaba mal sus actos. Intentó quitárselo de encima, pero

nada de eso iba a servir cuando tenía a un hombre que era fisicamente más fuerte que ella encima. El

hombre aparentaba ser como una criatura que había estado muerta de hambre por varios siglos con el

único deseo de probar su dulzura; no la dejaba de mordisquear ni de morder, por lo que la dejaba

incapaz de defenderse contra él. Sus súplicas empezaron a surgir con una voz debilitada:

-Elías… Déjame ir… Espera… —El sostuvo su frente en esa posición y daba bocanadas de aire entre

cada respiración forzada.

-Yo ya no puedo esperar ni un segundo más. Tú eres quien me hace hacer esto, Anastasia. -La propia

respiración de la mujer había dejado de tener ritmo al igual que el, pero lo empujó lejos de ella por su

enojo.

– Más vale que te detengas – le advirtió.

– Dime una cosa. – El aura de Elías hacía que el ambiente se volviera denso por la presión, a la vez

que la obligaba a que le respondiera—. ¿Alguna vez te ha besado Mario?

-iUn beso mis zapatos! Nosotros solo cenamos juntos. -Ella seguía expulsando su enojo.

-¿Entonces cómo explicas sus mensajes? – Elias recitó los textos que se había memorizado con un

único vistazo—. ¿De qué se trata esto de un buen rato y de darle una noche fantástica? -Tener

que hablar con un hombre tan terco le podia causar que una vena en su cabeza le reventara en ese

entonces.

—Nosotros solo comimos juntos.

-Entonces, custedes no se besaron? -De repente se sintió mucho menos sofocante para el en ese

momento y Anastasia lo empujó con mucha fuerza. Más allá de que la habitación apenas estaba

siendo iluminaba, las feromonas que salían de él estaban haciendo que su cabeza comenzara a

imaginarse cosas.

-¿Crees que soy tan fácil como tú? -Ella encendió las luces de nuevo con un movimiento brusco y todo

lo que vio en el instante que regresó la luz, aparte del destello cegador de la misma, fue su clara y

ardiente mirada sobre ella; lucia como una bestia lista para devorarla.

– Con la única persona que soy fácil es contigo -dijo con un tono firme. Anastasia se estaba sintiendo

tan caliente que incluso comenzó a sudar y se apresuro a darle otro empujón.

-Ya vete a casa. —Ya no quería seguir molestándose con él ni por un segundo más y fue a

conseguirse un vaso de agua, pero la voz de Elías sonó de repente una vez más.

-Yo sé que tu padre trata de juntarlos a ustedes dos. Si lo que él quiere es un yerno, entonces también

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debería considerarme a mi. -Al momento que Anastasia escuchó, giró su cabeza como un látigo en su

dirección y le preguntó sorprendida:

-¿Qué fue lo que dijiste? -El la miró a los ojos y le dijo con total sinceridad:

-Yo estoy dispuesto a casarme dentro de la familia Torres – Ella volvió a girar su mirada para observar

su rostro hermoso cuando escuchó sus palabras.

-¿Te golpeaste la cabeza contra la puerta o algo?

-Lo estoy diciendo en serio – le respondió con el ceño fruncido.

– No, eso no funcionará-lo rechazó de inmediato. Tú eres demasiado rico y noble, mi papá no te

permitirá que cambies tu apellido. Será mejor que te saques esa idea de la cabeza. – Anastasia se

sintió un tanto descorazonada de que un hombre como Elías estuviera sugiriendo algo que no

encajaba con su estatus.

-Yo debo ser quien se case dentro de los Torres. Ningún otro hombre debería tener alguna oportunidad

– declaró sin dejar espacio para que hubiera alguna negociación, pues él la quería a ella más que

nada en el mundo.

Todos los demás hombres se pueden esfumar».

Ella tuvo que tragarse el nudo que tenía en la garganta mientras que se veía de pies a cabeza y

realmente no podía comprender que tenía ella que hacía que el hombre dijera tales cosas tan

disparatadas.

«No le puse algún tipo de maldición, ¿verdad? ¡Estoy tan segura de que tampoco lo embruje! iPor qué

me desea tanto?!».