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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 338
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Capítulo 338

Elías asintió y respondió:

-Si.

-Entonces no las regalaré.

Anastasia no quería que el esfuerzo para elegir esas rosas para ella fuera en vano. La última vez que

lo había hecho, él había enfurecido. Elías apretó los labios después de escucharla mientras sus ojos

brillaban de felicidad.

«¿Esto quiere decir que Anastasia por fin ha comenzado a aceptar mi amor?»

En ese momento, Anastasia se dio cuenta de que había más personas entrometidas afuera de su

puerta y fue entonces que se dio cuenta de que Elías acababa de caminar por todo el departamento

de diseño con las rosas antes de llegar a su oficina.

«Genial. Ahora no podré salir de este escándalo»

-A la próxima, deja que los trabajadores las traigan. No tienes que traerlas tú mismo-le recordó

Anastasia con una sonrisa. Elias entrecerró los ojos y aseguró:

-De ahora en adelante, todas las flores para ti las elegiré y las traeré yo mismo.

Anastasia no sabía cómo responder. Justo en ese momento, el teléfono de su oficina comenzó a sonar

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y ella respondió:

-¿Hola?

-Ya es hora de la junta, Anastasia – dijo Fernanda desde el otro lado de la línea.

-De acuerdo. Llegaré enseguida.

Luego de terminar la llamada, Anastasia puso las flores sobre la mesa y le dijo a Elías:

-Necesito ir a una junta.

-Vamos juntos -dijo Elías con una sonrisa traviesa.

En cuanto Elías abrió la puerta de la oficina, los espectadores se dispersaron, pero a él no le importo.

Observó a Anastasia y le dijo:

-Deberías ir a la sala de conferencias primero.

Cuando Anastasia salió de la oficina después de que Elías se fuera, una asistente se acercó a ella y

preguntó:

-Anastasia, ¿por qué el presidente Palomares te dio flores?

-¿Por qué más? ¡Es porque la está conquistando! -respondió alguien a lo lejos.

-Solo enfoquémonos en trabajar, chicos – insistió Anastasia con una sonrisa amable mientras se

dirigía hacia la sala de conferencias.

Sin embargo, de repente chocó con alguien justo cuando pasó por una esquina y se lastimó el hombro

por la fuerza, mientras que la otra persona pegó contra la pared. Cuando alzó la cabeza, Alma la miró

con ojos entrecerrados y su mirada estaba llena de malicia.

-¿Acaso no te fijas cuando caminas?

En ese momento, Anastasia supuso que el regalo de Elías la había alterado.

-Lo siento -se disculpó con Alma, pero su sonrisa parecía agregar leña al fuego, pues Alma se giró y

se retiró luciendo aún más agraviada.

En la sala de conferencias, Felicia le indicó a Anastasia que se sentara en su lugar anterior y el

asiento vacío a su lado estaba reservado para Elías. En ese momento, Alma acababa de entrar a la

sala y mientras caminaba hacia su asiento, una diseñadora intentó alborotar las cosas.

-Anastasia, iel presidente Palomares te trajo flores! iQué afortunada eres! -dijo apropósito.

-¡Claro! iAnastasia es el verdadero amor del presidente Palomares! -concordó otra diseñadora.

Anastasia no le agrado escuchar eso mientras alzaba su cabeza y observaba a ambas diseñadoras,

advirtiéndoles de forma discreta con su mirada. Luego de eso, ambas diseñadoras dejaron de causar

problemas e intercambiaron una sonrisa tímida.

-Ya recibí los diseños de sus manuscritos. De ahora en adelante, daremos nuestro mayor esfuerzo

para preparar el evento de joyería.

La junta por fin había comenzado.

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-¿Qué debemos hacer si ocurre plagio, Fernanda? —preguntó Alexis de repente.

curi

La expresión de Fernanda se volvió seria y luego respondió:

-Déjame repetirlo. En nuestra industria, el plagio es un asunto serio. Cuando ocurre, primero afecta la

reputación individual y, lo más importante, trae deshonra a la empresa. Además, provoca pérdidas

significantes a la empresa. Por ello, el plagio está estrictamente prohibido.

Alexis sonrió con satisfacción al escuchar a Fernanda.

– Estoy de acuerdo. Si alguien hace eso, debe dejar el atelier -coincidió Alexis. Luego de decir eso,

miró a Anastasia de forma significativa, con una expresión engreida.

En ese momento, se abrió la puerta de la sala de conferencias. Después, Elias entró y se sentó a un

lado de Anastasia. Al principio, Anastasia estaba tranquila con su presencia, pero luego, noto que

ambos tenían sus brazos sobre la mesa y que sus brazaletes de pareja estaban expuestos. Anastasia

se sonrojó y escondió sus brazos bajo la mesa de inmediato, pero, por fortuna, nadie lo

había notado.

Cuando Fernanda estaba hablando sobre los prospectos actuales del mercado internacional, el

teléfono de Anastasia sonó de repente. Ella miró la pantalla y vio que era un numero desconocido.

Luego, se inclinó para esconder su cabeza bajo la mesa y respondió la llamada en voz baja.

-¿Quién habla?